Repensando la masculinidad: Una perspectiva psicológica y social
Este artículo explora cómo la construcción social y cultural de la masculinidad incide directamente en la violencia de género, y la necesidad imperativa de intervenciones estatales y sociales para promover una masculinidad más inclusiva y saludable.
En la actualidad, la reflexión sobre las masculinidades se torna urgente frente a la persistente violencia de género que afecta a mujeres y hombres en Colombia. Organizaciones como la Fundación Colectivo Hombres y Masculinidades y Manes a la Obra están liderando un cambio crucial hacia masculinidades no violentas y corresponsables.
El contexto de la violencia de género en Colombia
El reciente reporte de la Defensoría del Pueblo revela cifras alarmantes: entre enero y mayo de 2024, se registraron 47 feminicidios, 144 tentativas de feminicidio y 3.710 casos de violencias basadas en género en Colombia.
Estas cifras subrayan la urgencia de políticas públicas efectivas para erradicar la violencia contra las mujeres, una preocupación compartida por ONU Mujeres y otras organizaciones defensoras de derechos humanos ("Del Compromiso a la Acción").
Masculinidad y violencia: Una relación estrecha
La formación de la masculinidad juega un papel crucial en este contexto. Tradicionalmente construida en familias, instituciones educativas y medios de comunicación, la masculinidad hegemónica promueve patrones de dominio y violencia sistemática contra las mujeres.
Esta cultura machista, heredada de épocas narcotraficantes y marcada por la ausencia de modelos paternos afectuosos, contribuye a la normalización de la violencia y al control patriarcal sobre las mujeres.
Según el Instituto Nacional de Medicina Legal de Bogotá, entre 2015 y 2019 se reportaron 27.594 casos de violencia contra niñas y adolescentes en Colombia, y en los últimos 5 años se han registrado 3.100 feminicidios, con el 40% cometidos por parejas o exparejas. La Policía Nacional documenta un promedio alarmante de 213 mujeres agredidas diariamente y 109.674 casos de violencia intrafamiliar desde 2019.
¿Qué motiva la violencia de género?
Es fundamental comprender qué lleva a los hombres a cometer actos extremos de violencia contra las mujeres. Desde agresiones físicas hasta femicidios horrendos como quemaduras con ácido o disparos en lugares públicos, estas conductas reflejan una profunda incapacidad para gestionar emociones como el miedo, la rabia y los celos.
La falta de habilidades emocionales, exacerbada por patrones culturales de masculinidad, contribuye a la perpetuación de estos actos. Estos patrones culturales imponen expectativas de virilidad y dominio que presionan a los hombres a reprimir emociones consideradas "debilitantes" como el miedo, la tristeza y la vulnerabilidad.
Desde temprana edad, muchos niños aprenden a asociar la expresión de estas emociones con la debilidad o la falta de masculinidad, lo cual limita severamente sus habilidades para manejar de manera saludable los conflictos emocionales.
La socialización de los hombres en una cultura que glorifica la dureza y el control puede llevarlos a interpretar los desafíos emocionales como amenazas a su identidad masculina. En lugar de aprender a comunicarse abiertamente sobre sus sentimientos, se les enseña a responder con violencia o dominio para mantener su status quo.
Esta incapacidad para gestionar emociones de manera constructiva se convierte en un factor clave que alimenta comportamientos agresivos y, en casos extremos, culmina en actos de violencia grave contra las mujeres.
Además, la falta de habilidades emocionales no solo perpetúa la violencia directa, sino que también dificulta la capacidad de establecer relaciones íntimas y respetuosas. La intimidación y el control emocional se convierten en métodos comunes para afirmar poder y autoridad en las relaciones, exacerbando así dinámicas de poder desiguales y aumentando el riesgo de violencia doméstica.
Masculinidades cuidadoras: Una alternativa constructiva
Ante este panorama desolador, organizaciones como Manes a la Obra y la Fundación Colectivo Hombres y Masculinidades están marcando la diferencia. Francisco Royett de Manes a la Obra destaca la importancia de cuestionar los patrones tradicionales de masculinidad hegemónica y promover nuevas masculinidades cuidadoras.
A través de metodologías centradas en el autocuidado, el respeto hacia las mujeres, la diversidad y el medio ambiente, estas iniciativas buscan prevenir la violencia de género desde la raíz.
Desafíos y obstáculos
A pesar de los esfuerzos significativos, Francisco reconoce los desafíos persistentes. Muchos hombres violentos no se reconocen como tales y muestran resistencia a participar en programas de cambio. Además, la sostenibilidad financiera de estos proyectos sigue siendo un obstáculo, a pesar de contar con apoyo de ONGs y embajadas.
Miguel Ángel Gómez Camargo, trabajador social de la Secretaría de la Mujer, señala que, si bien algunas ciudades como Nariño, Manizales, Medellín y Bogotá han implementado programas para hombres, estos esfuerzos no siempre se consolidan como políticas públicas sostenibles. La falta de continuidad y seguimiento compromete los avances logrados y limita el impacto a largo plazo.
Hacia una política pública integral
El encuentro de 2023 en Medellín, convocado por la Vicepresidencia de la República para discutir el Sistema Nacional del Cuidado, representa un avance significativo. Por primera vez, organizaciones sociales que trabajan con hombres fueron reconocidas como interlocutores válidos en la construcción de políticas públicas.
Sin embargo, queda un largo camino por recorrer para establecer rutas de prevención efectivas, acompañamiento y promoción de masculinidades positivas.
Conclusiones y reflexiones
Repensar la masculinidad implica no solo proteger a las mujeres de la violencia, sino también reconocer y abordar las vulnerabilidades de los hombres. Es crucial establecer políticas públicas que promuevan masculinidades no violentas y corresponsables desde la niñez hasta la adultez. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más equitativa y segura para todos.
En resumen, el trabajo de organizaciones como Manes a la Obra y la Fundación Colectivo Hombres y Masculinidades nos muestra que es posible transformar los constructos culturales y sociales que perpetúan la violencia de género.
Es hora de comprometerse con el cambio y apoyar iniciativas que promuevan masculinidades más humanas y respetuosas, garantizando así un futuro más igualitario y pacífico para Colombia.