Meniscos, el protector de la rodilla
El menisco es una estructura de consistencia elástica que se encuentra entre el fémur y la tibia, actuando a modo de amortiguador
Tiene una forma especial de medialuna para que el fémur se acople a la perfección con la tibia. Tenemos dos Meniscos en cada rodilla: uno externo y otro interno.
El mecanismo más frecuente de lesión es por un giro de la rodilla. Pueden encontrarse lesiones aisladas del menisco o asociadas a ruptura de ligamentos (cruzado anterior, lateral interno) y/o del cartílago articular.
Tipos de lesión
El menisco más frecuentemente afectado es la parte posterior del menisco interno, pero puede lesionarse cualquier parte, dependiendo del movimiento realizado. Debido a la forma especial de aporte sanguíneo del menisco, hay dos tipos de rupturas: las localizadas más centrales (donde no llega sangre y hay que resecar la lesión, ya que no cicatriza) y las localizadas más periféricas (donde sí llega aporte sanguíneo y es posible suturarlas y conservarlas).
Cuando se rompe ‘todo el menisco’ y hay que resecarlo, la presión entre fémur y tibia aumenta hasta un 300%, con el consiguiente desgaste del cartílago a medio plazo y artrosis precoz. Es por esto que, siempre que sea posible, hay que conservar el menisco y suturarlo. Actualmente puede realizarse la sutura del menisco mediante Artroscopia sin problemas, permitiendo conservar el ‘amortiguador’ natural de la rodilla.
Consecuencias de la extracción
Todo depende de la cantidad y la zona de menisco roto y resecado, a más menisco resecado, más posibilidad de secuelas a medio plazo. Si al cabo de los años hay dolor y limitaciones debido al desgaste del cartílago, existen otras opciones de tratamiento: desde el sustituto meniscal con implantes de colágeno artificial o el trasplante de menisco con injertos de donante. También hay novedosos tratamientos para las lesiones focales del cartílago, como el utilizado con las células madre del propio hueso y BST-Cargel.