El impacto del cuidado del niño interior en el desarrollo del Amor Propio

El impacto del cuidado del niño interior en el desarrollo del Amor Propio

Editado por: Luis Ángel Cortina Sánchez el 02/09/2024

Uno de los factores que más contribuyen al sufrimiento humano son las relaciones interpersonales, ya sean familiares, amistosas, de pareja o laborales. A menudo, lo que nos entristece y genera incomodidad está estrechamente vinculado con la calidad de nuestras interacciones sociales. Sin embargo, subyacente a estas dinámicas, existe un aspecto fundamental: la relación con nosotros mismos.


Es importante abordar primero la Autoestima, ya que es el pilar y, en muchos casos, la causa subyacente de nuestras experiencias externas. La Autoestima, definida como la valoración interna que nos otorgamos, desempeña un papel central en la forma en que percibimos y enfrentamos nuestras relaciones con los demás.


Preguntas para evaluar nuestra Autoestima

Es importante preguntarnos:

  • ¿Cuándo pienso en mí, creo que soy una persona valiosa?
  • ¿Conecto con una persona capaz?
  • ¿Siento que soy merecedora?
  • ¿Me considero interesante?
  • ¿Creo que es normal que las personas quieran conocerme o quedar conmigo?
  • ¿Me siento merecedora de éxito porque lo valgo y me lo he ganado?
  • ¿Pienso que soy digna de ser amada, elegida y que quieran estar conmigo?


Aunque estas preguntas parecen obvias, muchas personas encuentran difícil responder afirmativamente. Ya que no se sienten merecedoras debido a creencias y convicciones que las hacen sentir indignas de amor, sin valor, sin mérito, y como fraudes, lo que las condiciona a la hora de actuar y relacionarse.


Por lo cual, es importante revisar y responder en papel y lápiz:

  • ¿Cómo me hablo a mí mismo?
  • ¿Qué calidad tiene ese diálogo interno?
  • ¿Frente a un reto, tiendo a decirme "tú puedes" o más bien "esto es muy difícil"? ¿Me disminuyo?
  • ¿Si me proponen algo más grande, me digo "esto es muy difícil, no voy a ser capaz, mejor que me quiten esto, porque es demasiado para mí"?
  • ¿Cómo me veo cuando me miro al espejo y me analizo?
  • ¿Me gusto al verme o me rechazo constantemente criticándome?
  • ¿Cuáles son mis hábitos?
  • ¿Cómo me alimento?
  • ¿Descanso lo suficiente dentro de mis posibilidades?
  • ¿Tengo el sistema circadiano alterado, estando despierto de noche y durmiendo de día sin necesidad u obligación alguna?


De todo lo anterior, hay que revisar si lo que estamos realizando nos ayuda o nos perjudica.

 

La relación con nuestro niño interior y su impacto en el Amor Propio

Nosotros somos como un niño pequeño a nuestro cargo. Preguntémonos:

  • ¿Con cada uno de los hábitos que hemos incorporado en nuestra vida, las formas en que nos hablamos y cómo nos miramos, trataríamos de la misma manera a ese niño que está a nuestro cuidado?
  • ¿Le haríamos hacer las mismas cosas que hacemos actualmente?
  • ¿Le hablaríamos de la misma manera?
  • ¿Tomaríamos alcohol de la misma forma?
  • ¿Nos alimentaríamos igual, con comida ultraprocesada?
  • ¿Es esto lo que querríamos para ese niño?
  • ¿Las personas que nos rodean serían las mismas que querríamos para él?
  • ¿Aceptaríamos que nos trataran de la misma manera que nos tratan? ¿Nos sentiríamos a gusto con ellas?


La relación con nosotros mismos es vital. Primero debemos entender cómo funcionamos, cómo nos tratamos y luego cómo nos comportamos. Es fundamental comprender por qué nos tratamos de cierta manera, por qué no nos damos una comida sana, por qué no descansamos suficiente, por qué bebemos demasiado, o por qué tenemos personas cerca que nos hacen daño y aun así continuamos relacionándonos con ellas.


Es importante remontarnos al pasado, ya que muchas veces necesitamos explorar nuestra infancia para encontrar la raíz del problema y luego actuar de manera diferente.


Cuidando nuestro niño interior

Para el cuidado del niño interior como factor en el desarrollo del Amor propio, es esencial reconocer que las figuras más significativas durante nuestra infancia son nuestros padres, abuelos u otros cuidadores. Es crucial reflexionar sobre quiénes asumieron el rol de cuidadores principales y quiénes representaron las figuras más influyentes en nuestro desarrollo temprano.


Estas personas fueron las responsables de enseñarnos de manera implícita o explícita, si éramos dignos de ser amados y valorados como personas, son ellos quienes nos hacían sentir si éramos personas queribles o no, claramente se denota en cómo nos trataron, en qué nos decían y qué nos transmitían.


Recordemos que el niño observa a sus padres como dioses y va incorporando la información de autoconcepto, de cómo y quién es, a partir de lo que transmiten y de lo que piensan sus padres de él.


Resultante de esto surge en muchos el llamado Síndrome del Amor Negativo, este fenómeno se refiere a cómo los niños en un esfuerzo inconsciente por obtener el amor de sus padres, tienden a replicar los patrones de comportamiento que vivieron en su infancia. Es decir, una persona puede tratar a su pareja de la misma manera negativa en que fue tratado por su padre o madre, o puede atraer a una pareja que le trate de forma similar a como lo hicieron sus padres.


Reconociendo y transformando nuestras creencias limitantes

Este proceso es una forma inconsciente de aprendizaje en el cerebro, donde la búsqueda del amor parental se manifiesta a través de la repetición de conductas familiares. Es como si el niño interior pensara: "Si actúo como lo hizo mi padre/madre, finalmente me sentiré amado por él/ella."


Lo realmente importante es la forma en cómo te ves a ti mismo, cómo observas al mundo y las conclusiones a las que llegues al observar ese mundo; tú formas parte de ese cosmos por ello debes empezar por analizar en cómo te observas a ti mismo: ¿Con qué creencias instaladas convives en tu mente, con qué mensajes preconcebidas te analizas, te observas y decides si vales o no? y cuáles estás dispuesto/a a transformar independientemente de cómo fuiste tratado en tu infancia, o adolescencia.


En el proceso de mejorar la Autoestima, es fundamental identificar y analizar las creencias que hemos internalizado a lo largo de nuestra vida. Estas creencias, aunque aprendidas, no necesariamente reflejan la realidad de quienes somos. Al explorar nuestra historia personal, podemos descubrir por qué nos sentimos insuficientes, reconociendo que esta sensación de insuficiencia no es innata, sino una construcción influenciada por nuestro entorno y las experiencias con nuestras figuras de apego. Si hubiéramos crecido en un entorno diferente, con cuidadores que nos hubieran tratado de manera distinta, nuestras percepciones de nosotros mismos podrían ser completamente diferentes.


Esto demuestra que nuestras cualidades y características no están inherentemente ligadas a las creencias limitantes que hemos adoptado. Al tomar conciencia de estas dinámicas, podemos comenzar a desmantelar las creencias que nos limitan y, en su lugar, conectar con nuestro verdadero potencial.


Este trabajo es esencial en la Terapia de Autoestima, ya que las creencias como "no puedo", "no soy capaz", "nunca lo lograré", "no merezco", "no soy suficiente" o "no valgo" condicionan profundamente la manera en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos, pero no nos determinan. Siempre podemos hacer las cosas de manera diferente si nos lo proponemos y tenemos la ayuda necesaria.

Psicología en Valledupar