Espondilitis Anquilosante en hombres menores de 45 años
La Espondilitis Anquilosante, también llamada Espondiloartritis Axial, es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a la columna vertebral, produciendo dolor, pérdida de la flexibilidad y, en los casos más graves, fusiones vertebrales
La Espondilitis Anquilosante, a menudo afecta a las articulaciones sacroilíacas (localizadas en la pelvis) y puede producir inflamación de tendones, ligamentos e incluso de la mucosa intestinal. Es una enfermedad frecuente (0.5-1% de la población), que suele aparecer en hombres jóvenes menores de 45 años.
Causas y síntomas de la Espondilitis
No se conoce la causa por la que se produce, aunque tiene una base inmunogénica y afecta con mayor frecuencia a las personas que presentan el gen HLA-B27. Asimismo, los últimos estudios hablan de la existencia de probables desencadenantes medioambientales, como por ejemplo alteraciones del microbioma (la flora bacteriana intestinal).
La Espondilitis produce dolor cervical, dorsal o lumbar de tipo inflamatorio (empeora con el reposo y mejora con la actividad física y se presenta predominantemente en horas de la noche), habitualmente asociado a dolor glúteo por inflamación de la articulación sacroilíaca.
La instauración de los síntomas es paulatina o lentamente progresiva. Puede asociarse con otras enfermedades tales como Entesitis (inflamación de los ligamentos), Tendinitis, Uveítis (inflamación del ojo), Psoriasis (en la piel) o Inflamatorias Intestinal (Crohn o Colitis Ulcerosa).
Tratamiento de la Espondilitis
El tratamiento se basa en controlar la inflamación y recuperar la funcionalidad del paciente. Para ello, disponemos de antiinflamatorios no esteroideos y de la terapia biológica (anti TNF-alfa, anti IL-17), que son medicamentos que han demostrado buenos resultados en la mayoría de los pacientes.
No obstante, se precisa también de realizar Fisioterapia y un programa de rehabilitación de la columna espinal y de la espalda de forma continua. El objetivo último del tratamiento es aliviar el dolor e incrementar la movilidad, alcanzando así una buena calidad de vida.
En aquellos pacientes sin tratamiento, con mucho retraso diagnóstico, o en los casos severos, la principal complicación a mediano y largo plazo es la fusión vertebral, que produce rigidez y pérdida de flexibilidad de la columna. Si a esto le sumamos el dolor persistente y los trastornos psicológicos, los pacientes experimentan una importante disminución en su calidad de vida que puede afectar a nivel personal, familiar y laboral.
Por lo tanto, el primer paso para controlar la enfermedad es la valoración y el seguimiento por parte de un médico especialista en Reumatología, que analice los síntomas y realice un examen físico al paciente.
Posteriormente, con exámenes de laboratorio y pruebas diagnósticas de imágenes (Radiografía y/o Resonancia Magnética), se determina el diagnóstico y el pronóstico, para iniciar el tratamiento y el seguimiento respectivos.