¿En qué consiste el Linfoma o Enfermedad de los Ganglios Linfáticos?
¿Qué es el Linfoma?
El Linfoma es la “enfermedad de los Ganglios Linfáticos”, es decir, el sistema que conduce la linfa, que contiene gran cantidad de anticuerpos. Se define como una proliferación clonal y maligna de linfocitos, que son las células de defensa del organismo. Estos linfocitos se encuentran dentro de los ganglios linfáticos, aunque puede afectar a otros tejidos, tales como el hígado, el bazo, las amígdalas, etc.
La consecuencia a medio plazo de esta enfermedad es un mal funcionamiento del sistema inmunitario, que puede ser más o menos severa dependiendo del grado de extensión de la enfermedad. La expresión leucémica de esta patología se produce cuando la enfermedad infiltra la médula ósea y la célula tumoral pasa al torrente sanguíneo.
Factores que pueden producir el Linfoma y cuál es su incidencia
El Linfoma tiene una incidencia de 5 personas por cada 100.000 habitantes cada año. La edad media a la que suele aparecer esta enfermedad es de 60 años, con ligero predomino por el sexo masculino. Hasta este momento no están claros qué factores pueden desencadenar la enfermedad. En algunos casos se asocia a procesos infecciosos por cierto tipo de bacterias como el Helicobacter Pylori o la Borrelia, o procesos virales como el virus de Epstein Baar. Los expertos también han asociado esta patología al uso de ciertos tintes del cabello, radiaciones ionizantes, insecticidas y cierto tipo de tratamiento de quimioterapia, sin que se puedan objetivar evidencias concluyentes.
Síntomas del Linfoma
El signo principal del Linfoma es el aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, lo que se llaman Adenopatías, a veces en zonas accesibles a la exploración, como cuello, axilas o ingle. Generalmente estos ganglios aumentados de tamaño no son dolorosos a la palpación. Cuando las Adenopatías aparecen en zonas menos accesibles a la exploración, como abdomen o mediastino, pueden pasar desapercibidos, por lo que el diagnóstico es más difícil, realizándose este cuando aparecen otros síntomas que obligan a realizar estudios con mayor profundidad. Entre los síntomas que pueden aparecer se encuentran:
- Fiebre superior a 38ºC
- Sudoración nocturna profusa que llega a empapar la ropa
- Pérdida inexplicable de peso, generalmente superior al 10% del total corporal en seis meses
- Otro síntoma menos frecuente es el aumento del tamaño del hígado y del bazo
¿Tengo un Linfoma por sufrir un aumento del tamaño de los ganglios y fiebre?
Dada la baja incidencia de esta patología lo primero que hay que descartar que no haya un proceso infeccioso de base, que suele presentarse en la mayoría de ocasiones. Por lo tanto, lo primero de todo es mostrar tranquilidad y acudir al médico de cabecera para que realice las pertinentes pruebas complementarias o derive al especialista pertinente.
Prevención del Linfoma: ¿es posible?
Dado lo poco que se conoce sobre la epidemiología de este proceso, no existe, a fecha de hoy, ningún modo de prevenir el desarrollo de un Linfoma. Los expertos coinciden en destacar que llevar un estilo de vida saludable podría reducir el riesgo de presentar este tipo de enfermedad, aunque no se ha establecido una relación causal directa.
En general, los especialistas recomiendan evitar la Obesidad, el Tabaquismo y los factores de riesgo cardiovascular, no porque eviten el desarrollo de la enfermedad, sino porque, ante la necesidad de realizar un tratamiento quimioterápico o radioterápico intenso, se tenga más posibilidad de éxito al reducir lo máximo posible la conmorbilidad asociada.
Clasificación de los Linfomas
Tradicionalmente, y desde el punto de vista histológico, la primera clasificación que se realizó del Linfoma data de finales del siglo XIX. Fue en tipo Hodgkin y no Hodgkin, en función de la presencia de un tipo de célula que, a fecha de hoy, parece pertenecer a la familia del Linfocito B, que se denominó célula de Reed-Stembert en el Linfoma de Hodgkin o “célula en ojo de búho”, por la disposición tan peculiar que tiene el núcleo doble de la célula visto al microscopio óptico. Todos los demás que no pertenecían a esta categoría se denominaron Linfomas no Hodgkin. Esta clasificación ha perdurado con el paso del tiempo hasta nuestros días.
Otra forma de clasificación que data de mediados de los años 70 es según su pronóstico o posibilidad de curación en grados: Bajo, intermedio o alto grado. Sin embargo un sistema de clasificación más actualizado de finales de los años 80 y que es el sistema más utilizado por los especialistas en función a su comportamiento clínico, se denomina clasificación REAL; y los divide en dos tipos principales:
- Linfoma Indolente: es aquel que tiende a crecer de forma lenta. Aun sin tratamiento, los pacientes viven muchos años sin presentar complicación alguna, como consecuencia de la evolución de la enfermedad. Para alguno de estos enfermos no se recomienda ningún tipo de tratamiento hasta la aparición de síntomas
- Linfoma Agresivo: crecen más rápidamente que los indolentes. Sin tratamiento la esperanza de vida de estos pacientes es de semanas o pocos meses. Afortunadamente, la mayoría son quimio y radiosensibles y muchos se curan
Diagnóstico de un Linfoma
El diagnóstico del Linfoma debe ser sistematizado y estructurado con la finalidad de determinar el tipo histológico del mismo y el grado de extensión, ya que condicionará el pronóstico y el esquema de tratamiento protocolizado al respecto. De esta forma se hará una exhaustiva historia clínica del paciente, haciendo hincapié en antecedentes familiares, personales, hábitos o patologías concomitantes, seguida de una adecuada exploración clínica, detectando Adenopatías o Visceromegalias, así como las características de las mismas.
Una vez realizado esto, se procederá al correspondiente estudio analítico-serológico del paciente por parte del especialista, pruebas de imagen como Ecografía-TAC-PET, entre otras, y finalmente un estudio de la Biopsia del ganglio y/o médula ósea, que dará el diagnóstico confirmatorio de la patología.
Tratamiento y pronóstico del Linfoma
El tratamiento del Linfoma es variado y pasa simplemente por observar al paciente de forma programada, hasta la aplicación de diferentes protocolos de tratamiento quimio-radioterápico, incluso trasplante de progenitores hematopoyéticos. Todo tratamiento dependerá de la tipología del Linfoma y el grado de extensión de la enfermedad. Por ello es importante, ante la aparición o sospecha de los primeros síntomas, acudir a su médico para realizar el abordaje adecuado.
En cuanto al pronóstico, gracias al gran avance médico en los tratamientos, hoy por hoy se curan hasta el 60% de los casos de Linfoma, si bien el pronóstico depende de una serie de factores como son: la edad, el estado general del paciente, el estadio de la enfermedad en el momento de diagnóstico y el tipo histológico que se trate, tal como se ha apuntado anteriormente.