Desafíos de la Tercera Edad: Depresión y Estrategias de Manejo
La Tercera Edad marca una transición significativa en la vida de una persona, donde la jubilación, cambios en la dinámica familiar y posibles pérdidas personales pueden desencadenar sentimientos de soledad y falta de propósito.
Depresión en la Tercera Edad: Un riesgo aumentado
La Depresión en personas mayores puede resultar de diversas situaciones, desde la jubilación hasta la pérdida de seres queridos, contribuyendo a sentimientos de aislamiento y una percepción de finalización del ciclo de vida.
Además, condiciones médicas comunes en esta etapa, como la Diabetes, la Obesidad y las Enfermedades Cardiovasculares, aumentan el riesgo de desarrollar Cuadros Depresivos. La pregunta clave es si algunos medicamentos utilizados para tratar estas afecciones también pueden facilitar el desarrollo de la Depresión.
Impacto de la Depresión en la salud física
La Depresión, más allá de afectar el sistema nervioso, tiene consecuencias significativas en la salud física. Puede desencadenar Complicaciones Cardiovasculares, aumentar el riesgo de Infartos Cardíacos o Cerebrales, y desajustar el control de la Hipertensión Arterial.
También, la Depresión puede influir en funciones cognitivas como la memoria, la concentración y la atención, afectando el rendimiento diario.
Enfoques terapéuticos: Psicoterapia y medicamentos
El manejo de la Depresión en la Tercera Edad implica un enfoque integral. La Psicoterapia se presenta como una herramienta esencial, abordando situaciones, emociones, y creencias para ayudar a la persona a desarrollar nuevas estrategias para enfrentar los desafíos. Este enfoque busca reactivar a la persona, alentándola a retomar actividades que antes le proporcionaban satisfacción.
En cuanto al tratamiento farmacológico, se destaca la importancia de seleccionar medicamentos seguros y efectivos, teniendo en cuenta las comorbilidades presentes en esta población. Los inhibidores de la recaptura de serotonina son comúnmente elegidos, con dosis ajustadas según la respuesta del paciente.
Fomentando un envejecimiento activo y saludable
A pesar de los desafíos, es crucial que las personas mayores se mantengan activas y comprometidas con la vida. Mantener rutinas, establecer metas y participar en actividades colectivas son aspectos clave. Se destaca la importancia de mantener una vida intelectualmente activa, involucrándose en la lectura, aprendizaje y actividades con familiares y personas cercanas.
Una alimentación balanceada y la práctica regular de ejercicio son pilares fundamentales para la salud física y mental en la Tercera Edad. Se sugiere una dieta rica en frutas y verduras, evitando el exceso de grasas saturadas y carbohidratos complejos. Caminar, estirarse, practicar yoga o participar en deportes adaptados son excelentes formas de mantenerse activo y prevenir la Depresión en esta etapa.
Los familiares deben reconocer la sabiduría y la experiencia de las personas mayores. Animarlos a seguir siendo útiles, activos y productivos, ajustándose a un ritmo más calmado pero firme, es esencial apoyarlos para fomentar una calidad de vida positiva en esta etapa de su vida..