¿Cómo influye el mal genio en las relaciones?
Las actitudes negativas hacen que se tenga que lidiar con muchos malos momentos, así como poner en riesgo las relaciones importantes que hemos formado durante nuestra vida
Cómo afecta una actitud negativa nuestra vida
¿Has sentido que te irritas fácilmente y la mayor parte del tiempo? ¿Cualquier cosa que no funciona como lo esperas te llena de frustración y de rabia? ¿Pocas situaciones a lo largo de tu día te hacen feliz? ¿Tienes fama entre tu familia y amigos de ser una persona mal humorada y poco tolerante? O acaso, ¿no tienes amigos?
Ante muchos sí a las preguntas anteriores, es importante tener mucho cuidado. Dado que si uno no se esfuerza por la regulación del carácter se pueden tener más problemas de los que se está consciente. En primer lugar, las actitudes negativas hacen que se tenga que lidiar con muchos malos momentos, así como poner en riesgo las relaciones importantes que hemos formado durante nuestra vida.
Amistad, antes que mal humor
Lo que sustenta una relación de pareja duradera es la amistad, así como otros ingredientes como son la admiración mutua, la vida sexual satisfactoria, proyectos en común, entre otras situaciones más. Ahora bien, la amistad debe ser la más especial, ya que tiene la característica particular de generar empatía con el otro para divertirnos y disfrutar. Con un amigo se pasan buenos momentos, uno puede relajarse, hablar de banalidades y reír.
Estar enojado imposibilita crear vínculos con la pareja
Si se tiene mal humor es más difícil ser amigo de la persona que consideramos nuestra pareja amorosa, pues: ¿Cómo se le hace reír si siempre hay quejas? ¿Cómo se puede tener una conversación agradable si se tiene cara de pocos amigos? ¿Cómo es posible hacer sentir al otro amado si las críticas son constantes y no se le permiten errores?
El control del enojo sí es posible
Todos los seres humanos tenemos impulsos pero también tenemos la forma de controlarlos. Las reacciones emocionales se poden regular. En el cerebro operan mecanismos de control que aunque son muy complejos, fisiológicamente hablando, se pueden comprender de la siguiente manera: todo pensamiento genera una emoción a la cual siempre le seguirá una acción.
Así pues, si una persona interpreta (piensa) que un evento de su vida o de su relación de pareja es muy grave y que no tiene solución, sentirá una emoción de frustración, rabia o tristeza que se verá reflejada en conductas como: gritos, portazos o una crisis de llanto incontrolable. Pero también es posible formar hábitos saludables, filtros, así como otros recursos de la mente para no actuar sin una reflexión previa.
Pensar antes de actuar igual a empatía
Entonces, si se está en pareja se tiene derecho a que algunas cosas no gusten, a tener momentos de debilidad, a tener momentos de mal genio, a la desesperación. No obstante, también se tiene el poder de regular las emociones, de pensar en las consecuencias de nuestros actos y especialmente ser empático y comprender que si uno se equivoca constantemente en las respuestas emocionales al otro se puede herir a las personas que se tienen más cerca.
Es posible decidir sobre la forma en cómo respondemos ante el entorno, las emociones siempre se pueden regular.