Cómo frenar el Bullying o acoso escolar
El Bullying es un tipo de maltrato físico o psicológico hacia los menores, ejercido por otros compañeros. Las nuevas tecnologías y el fácil acceso a estas han influido en el aumento de casos
Las consecuencias del bullying pueden ser fatales para los menores, dejándoles secuelas de por vida. De ahí la importancia de detectar los casos de bullying a tiempo, para tomar medidas y ayudar a la víctima cuanto antes.
Bullying: qué es y tipos
El bullying es una forma de violencia o maltrato físico o psicológico, reiterado en el tiempo, que se ejerce por menores sobre otro menor de su entorno, bien sea de su ámbito escolar u otros entornos donde los menores ejerzan actividades extraescolares. Al ser una forma de violencia, se distinguen dos tipos de bullying: físico y/o psicológico.
El bullying físico, menos frecuente que el psíquico, se caracteriza por ejercer la violencia física sobre un compañero. Es más frecuente entre varones y consiste en llevar a cabo repetidamente, por uno o varios compañeros, empujones y golpes, llegando a las palizas en los casos más extremos y que, incluso, se llegan a grabar para "subir" a las redes sociales. También el acoso sexual, poco frecuente en niños, es una forma de acoso físico.
El bullying psicológico es más sutil y difícil de objetivar inicialmente, por sus diferentes modalidades. Consiste en ataques repetidos, malévolos e intencionados contra la dignidad del menor, con el fin de intimidarle y aislarle socialmente entre sus iguales. Para ello utilizan coacciones, intimidaciones, burlas, motes, gestos de desprecio, ninguneo, y ridiculización. Son vejaciones que la víctima experimenta en silencio y soledad. La intensidad y frecuencia de estas conductas se incrementa conforme pasa el tiempo y puede derivar en amenazas o, finalmente, en un bullying físico.
Influencia de las nuevas tecnologías en el aumento de casos de bullying
La facilidad de uso de las nuevas tecnologías como medio para mantener relaciones sociales y mantener status dentro del grupo, así como el no ser “observado” por terceros, facilita llevar a cabo estas conductas de hostigamiento en silencio o con la complicidad de terceros. La facilidad de uso y acceso, así como la universalidad de las redes sociales, ha dado lugar al auge de esta forma de violencia, así como una generalización para ejercer el acoso en entornos y por personas que pueden incluso no conocer a la víctima.
Colectivos vulnerables a sufrir bullying
La etapa de mayor riesgo es en el inicio de la adolescencia, en edades comprendidas entre los 9 y los 14 años, que es una etapa de maduración incompleta. Así, entre los 9 y 11 años son más frecuentes los casos de Bullying psicológico, mientras que entre los 11 y 15 años son más comunes los casos de ciberacoso y, en mayores de 15 años, los casos de acoso físico. Por otra parte, los niños que sufren bullying suelen ser niños muy sensibles y tímidos. También existe otro colectivo de niños proclives a sufrir bullying distinto al anterior, que son niños con limitaciones o diversidad funcional, tales como Síndrome de Asperger o Síndrome de Down.
Consecuencias del bullying en los niños
Los niños que sufren bullying desarrollan miedos, temores e inseguridades, pues el acoso, al ser mantenido en el tiempo, desencadena secuelas psicológicas que llegan a minar su autoestima. En la adolescencia les puede ocasionar dificultades para buscar y mantener contactos sociales, que son el apoyo fundamental en esta etapa de crecimiento y madurez como personas. Se sienten solos y excluidos socialmente y, por ello, los psiquiatras vemos bastantes conductas autolesivas en dicha etapa. Dichas consecuencias pueden derivar en trastornos emocionales muy serios, como Cuadros Depresivos, e incluso puede derivar en Suicidio.
Tratamiento recomendado en casos de bullying
Para tratar el bullying se utilizan diversas estrategias terapéuticas y preventivas, con el fin de ayudar al niño a superar el daño ejercido sobre él, aumentar su autoestima y evitar el desarrollo de secuelas posteriores. No son tratamientos a corto plazo, sino que precisan de seguimiento y acompañamiento al desarrollo del menor.
Por otra parte, la intervención con la familia es una pieza clave en el tratamiento, siempre en coordinación con el centro escolar. Se podría decir que es un planteamiento multidisciplinar de abordaje triple: individual con el niño, con la familia y con el centro escolar.
¿Qué pueden hacer los padres para para evitar los casos de Bullying?
La principal recomendación es favorecer el diálogo con los hijos a diario. Mostrar interés por su día a día en la escuela, no solo por los resultados escolares, sino por lo que ocurre fuera del aula: con quién juega, a qué juega, quiénes son sus amigos, si ha ocurrido algún incidente con él u otros niños, etc. En general, hacer que el niño se sienta cómodo hablando de su día a día para que, en el supuesto caso de existencia de acoso, no llegue a ser una víctima que sufre en silencio, con secuelas.
No obstante, también hay que observar si el niño cambia de conducta, si está menos comunicativo, si se aísla en casa, si está triste o permanentemente enfadado. Todo ello son síntomas de alarma.
También es importante estar “vigilantes en la sombra” con el uso de las nuevas tecnologías: el uso que da al móvil, conversaciones que tiene y con quién habla.
¿Qué hacer si tu hijo sufre bullying?
En primer lugar, y con la mayor discreción, para no ejercer una alarma que pueda perjudicar más al niño, es importante contactar con el director del centro, para que se tomen las medidas oportunas para el cese inmediato del acoso, ya que deben existir protocolos de actuación en los centros.
Por otra parte, también se debe comunicar a su pediatra, que es el profesional sanitario que debe seguir la evolución de la salud física y psíquica de los menores. También hay que ofrecerle a nuestro hijo el apoyo de un profesional, un psicólogo, que le ayude a salir de su “silencio” y que, al mismo tiempo, oriente a los padres en el manejo de la situación. En los casos más graves en que existan trastornos emocionales, es conveniente que también sea asistido por un médico experto en Psiquiatría.
Si el acoso es físico, se debe acudir a un centro médico o pediatra del menor para tratar las lesiones. Ya desde este entorno se inician los trámites de denuncia con un parte de lesiones, que se tramitará en el juzgado de guardia correspondiente desde el centro sanitario. Posteriormente, el menor deberá recibir igualmente ayuda psicológica.
Si el caso es claro y evidente y el niño está de acuerdo, sería una medida eficaz cambiar de colegio. Por otra parte, también es conveniente denunciar, aunque sean menores, ya que no se debe tolerar ningún tipo de violencia, y menos que cada vez haya más víctimas y más verdugos. Son menores, pero no son impunes y nuestra obligación, como adultos, es poner todas las medidas a nuestro alcance, para reconducir, por su bien, sus conductas violentas.