Cómo actuar ante la caída de un niño
Cuando un niño tiene un accidente, en primer lugar, se debe transmitir tranquilidad no sólo al niño sino también al entorno
Es importante hacerlo con ambos porque si no, sólo se logrará el llanto irreprimible del niño, provocado por el dolor y también por el miedo. Y eso puede llegar a impedir que el niño conteste a las preguntas que le realizamos.
En segundo lugar, hay que identificar cómo ha sido la caída y comprobar, en caso de un traumatismo de cierta consideración, el nivel de consciencia y de orientación del niño, así como sus reacciones, llanto, Nauseas, etc. Además, se debe identificar la zona corporal lesionada y el aspecto de la misma. Si hay o no sangrado y, si lo hay, la intensidad de éste y su procedencia. De esta forma, se podrá determinar la gravedad de la lesión.
Los niños no siempre se quejan de dolor y no siempre son capaces de localizarlo, por lo que deberemos ser mucho más meticulosos que con un adulto. Se debe de observar si existen deformidades en las extremidades, que nos harán sospechar la existencia de fracturas. O, si hay imposibilidad para movilizar activa o pasivamente alguna articulación. También se debe mirar si existen Hematomas, heridas o erosiones en algún lugar del cuerpo que nos indicaran que puede existir alguna lesión.
Las fracturas más frecuentes en los niños hasta los 17 años son aquellas que afectan al húmero (32%) y, de éstas, a su vez las llamadas Fracturas Supracondileas que se localizan en la parte del húmero que afecta a la articulación del codo. Un 28% de los casos son fracturas del antebrazo que afectan a la parte del radio, sobre todo a la articulación de la muñeca.